En estos días de confinamiento casero no podemos olvidarnos de la gente que no tiene hogar. Las personas sin hogar viven en lugares donde hoy no se puede transitar: la calle, los parques, las bibliotecas, los cajeros… Ahora se encuentran en lugares a los que no les gusta ir: los albergues.
Los albergues han dado cobijo a la gente sin hogar y luego han cerrado sus puertas para que no salgan a la calle, como todos nosotros. Estas circunstancias han provocado dificultades de hacinamiento, de poca higiene y de mala convivencia. La gente sin hogar no está muy acostumbrada a vivir en familia, a convivir, han perdido su hogar por diferentes razones, sus vínculos familiares, y viven solos en la calle. A veces esta situación de soledad, de indefensión y vulnerabilidad ha derivado en enfermedades mentales y de otro tipo, que condicionan su relación con los otros.
En cualquier caso, estas circunstancias: la falta de un hogar donde sentirse seguros y a salvo, las dificultades de convivencia producto de la soledad y de las dependencias, las aglomeraciones en los albergues… hacen que esta población sea especialmente vulnerable en momentos excepcionales en los que no sabemos ni cuándo acabará el encierro ni qué escenario nos vamos a encontrar cuando podamos salir a la calle. En este contexto, tener un hogar se ha convertido en un privilegio, porque sigue habiendo mucha gente que no disfruta de él.
Libros de las Malas Compañías publicó hace unos meses un libro escrito e ilustrado por Pablo Caracol, Hogar, donde una persona que se encuentra en la calle le cuenta a un niño que se pierde en la ciudad por qué llegó a esa situación. El niño también le relata a la persona sin hogar qué es lo que significa para él un hogar: dormir seguro, comer todos los días, recibir ternura y apoyo, ser cuidado. Es un libro que tiene dos comienzos y el final es el encuentro, porque el único final de la pobreza y el “sinhogarismo” es el encuentro.
Por eso publicamos este libro, que busca que la voz de las personas sin hogar sea también nuestra voz, porque, si no clamamos juntos para que estas situaciones de indefensión se resuelvan, no habrá un final. Por eso publicamos este libro sin palabras, para que la injusticia no nos deje sin ellas. Y porque un hogar no es un techo, sino el lugar donde nos sentimos seguros. Ojalá que después de esta situación de encierro seamos capaces de construir un mundo que sea un hogar para todos.
En este video podéis ver nuestro libro Hogar, al que Victoria Pellegero ha puesto voz para hablar de qué es un hogar en estos tiempos sin calle.
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