Los libros viajados no solo cuentan una historia en su interior, sino también otra (no menos importante) en su aspecto. Deben su nombre a su carácter viajero, una cualidad eterna como la vida misma, pues es sabido por todos que la vida de un libro depende de su lectura.
Son libros con un propósito común: un lector que complete su segunda historia o, ¿quién sabe?, que contribuya a una tercera.
Como nosotros, pese a sus páginas arrugadas, sus cubiertas manoseadas, son supervivientes del viaje que conlleva la búsqueda del propio espacio. Así como, en ocasiones, el paso de un dueño a otro. No obstante, mientras no todos los libros son para todos los lectores, los Libros de las Malas Compañías sí lo son.
Entonces, ¿te atreves a dar una oportunidad a una, digo dos, historias sorprendentes cuando no inspiradoras?
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