En algunos países de África (Kenia, Tanzania, República Centroafricana, Malawi y Mozambique) los albinos se consideran espíritus. Se cree que desaparecen cuando mueren. Y no les falta razón: nada queda de ellos tras su muerte. Todo se vende con total impunidad porque no son considerados seres humanos. Pero lo más grave es que son secuestrados para mutilarlos, pues se cree que sus dedos, sus ojos y otras partes de su cuerpo dan buena suerte, y los brujos los utilizan para hacer caros amuletos.
* Si quieres saber más sobre los albinos en África, puedes ver el documental: Hombre negro piel blanca.
Durante el mes de septiembre de 2017 Ana Cristina Herreros y Daniel Tornero viajaron a Matola (Mozambique) y visitaron los lugares donde acuden los albinos para recibir ayuda.
* La casa de las Mercedarias de Matola adonde acuden los albinos.
Allí contactaron con las mujeres albinas que les contaron sus cuentos y realizaron talleres de ilustración con niños y niñas albinos y no albinos donde ellos ilustraron, con la técnica del collage, los personajes que habitan sus cuentos.
* Susana vive de vender carbón vegetal, que fabrica quemando madera.
* Susana sabe un montón de cuentos.
* Taller de ilustración con los niños y niñas albinos.
* Ana Cristina Herreros con uno de los niños.
Después estuvieron en Maputo, en un centro llamado Hakumana, donde reciben ayuda niños y niñas de la calle. Llegan por la mañana y desayunan y reciben apoyo escolar. También tienen un huerto y una casa de oficios donde las mujeres cosen. Y una guardería comunitaria donde se ocupan de los bebés de las madres que trabajan.
* Este es Sebastiao, un niño de la calle que llega todas las mañanas a Hakumana.
Y también visitaron la Casa do Gaiato, en Boane, un hogar para los niños que no lo tienen.
* Comedor de los más pequeños del colegio de Boane de Casa do Gaiato
En estos lugares escucharon a niños y grandes sus historias y sus cuentos. También eligieron gente albina y gente no albina porque el objetivo de este trabajo de recogida de memoria oral es mostrar que los albinos son gente y no espíritus porque cuentan los mismos cuentos que la gente no albina de Mozambique. Y los espíritus no cuentan cuentos pero los seres humanos sí. Es así, a través de la literatura y de la pintura, como queremos mostrar la humanidad de esta gente negra de piel blanca, que tantas dificultades tienen por ser distintos.
* Daniel Tornero escuchando al señor Maganha, padre de una chica albina.
Tras este trabajo de recopilación, estamos trabajando en la edición de un libro que se titulará: Los cuentos del conejo y otros cuentos de la gente albina de Mozambique, que publicaremos en Libros de las Malas Compañías en su Serie Negra. Se titulará así porque de los más de 50 cuentos que recogimos, más de 30 están protagonizados por el conejo, un animal pequeño e indefenso, sin garras ni colmillos afilados, pero que consigue vencer a todas las bestias de la selva gracias a su astucia e inteligencia. Un héroe a la altura de los albinos y de la gente de la calle de Mozambique.
* Conejos y otros seres que salieron de los talleres de ilustración de Daniel Tornero.
Un porcentaje de las ventas se destinará a un proyecto que trabaje en favor de los albinos. Aquí os presentamos al equipo que lo ha hecho posible.
* De izquierda a derecha: Carmen Mormeneo (nuestra hada madrina y puente, que ha hecho posible el viaje), Peruka (trabajador social del centro de Matola), Daniel Tornero (el ilustrador), Vicente Wayve (presidente de la asociación de albinos de Mozambique), Ana Cristina Herreros (la escritora), Fátima (hermana mercedaria).
Los autores volvieron de Mozambique pero este viaje no ha hecho sino empezar porque, además de estar trabajando ya en el libro, desde los centros de mayores del distrito de Chamberí (Madrid) y de la mano de Mercedes Fuentes, se han recogido máquinas de coser que han viajado en un contenedor a Matola y que es el comienzo de un centro ocupacional para las mujeres albinas, donde coserán libros de tela con sus cuentos que las ayudarán a tener un salario y dignidad.
Benita Prieto está construyendo una biblioteca virtual para la gente albina, que meteremos dentro de tablets que recogeremos o compraremos.
Y Cristina Esmoris, una joven diseñadora madrileña, está diseñando un conejito albino que tendrá gafas, gorro, camisa de manga larga, pantalón de pata larga y una crema solar para que los niños y niñas albinas aprendan a cuidarse y eviten el cáncer de piel.
Seguiremos contándoos cómo seguimos con este proyecto que nos ilusiona tanto.
Si quieres leer más sobre los albinos, aquí hay un artículo que publicó El Mundo:
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